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¿PERMITIRÍAS QUE ESTO OCURRA EN TUS HIJOS O HERMANOS?... APUESTO A QUE NO…

                                                                     Por Cuzquén Tirado Edda Carolina



La imagen humanitaria, propia de la investigación científica que lucha por salvar vidas humanas, por curar la enfermedad y apaliar el dolor, no es coherente con los medios que se emplean en ciertos casos para conseguirlo. Pues acaso, ¿no es una contradicción intentar curar las enfermedades de unos, empleando a otros?; o pero aún, ¿llamar a la vida sólo para ser utilizados como material biológico?... Por estas razones es que el presente ensayo expondrá las principales cuestiones que surgen antes de admitir el injustificado uso de los embriones humanos en la experimentación científica así como el llamado a concienciar al mundo actual señalando el verdadero significado de un cigoto: el inicio de la vida misma…



La ciencia y la tecnología hacen hoy posible la manipulación del embrión humano, y sin duda, esto favorece que surjan interrogantes éticos y la conveniencia de un marco jurídico que regule estos avances. Por ello, en 1981 los senadores norteamericanos Hatch y East propusieron la integración de un grupo interesado en la creación del “Estatuto del Embrión” (Human Life Statute), con lo cual se conseguiría la protección legal del embrión humano. Este estatuto jurídico contempló la incorporación de aspectos éticos, antropológicos, biológicos, psicológicos y espirituales. Y es precisamente este estatuto el que pretende esclarecer las siguientes preguntas: ¿La vida humana comienza con la fecundación? ¿Es el cigoto una masa de células no individualizada o se trata de un individuo?

Así pues, aunque muchos han coincidido al tratar de darle respuesta a la primera interrogante, como lo ha hecho, por ejemplo, la OMS al decir que la vida inicia tras la implantación del cigoto en el seno materno, y por ende han rechazado tajantemente la idea de que sea la fecundación el verdadero origen vital, hay que recordar que ésta (la fecundación) no es un “instante”, sino un proceso que dura horas y sólo tras la constitución del cigoto, al final del proceso de fusión de los gametos, se establece la identidad genética del nuevo individuo. Por lo que podemos afirmar que apartir de la fecundación existe un organismo viviente individual perteneciente a la especie humana (Schwarz, 1990; Serani, 1993).

Los organismos vivos son (desde el punto de vista empírico) estructuras unicelulares o pluricelulares que poseen una anatomía particular y una fisiología autónoma y propia. Pocos instantes luego de la penetración del espermatozoide en el óvulo, el cigoto humano ya tiene, en condiciones normales, un metabolismo natural y comienza a preparar su división. El cigoto produce las primeras proteínas por sí mismo a partir de los ácidos nucleicos recibidos de la madre. La implantación sólo afecta al modo de nutrirse del embrión como un todo, el cual (como hemos podido darnos cuenta) ya existe en su unidad anátomo-fisiológica antes y después de la implantación.

Así que, sea como fuere la forma y el modo como ha llegado a la vida, cada cigoto vivo es un ser humano con el carácter personal propio y específico de todos los individuos de la especie humana. Y si el debate acerca de si es o no la fecundación el inicio de la vida humana continua no es por falta de argumentos, sino por intereses distintos que buscan justificar el avance de la ciencia con prácticas como la clonación.

Más bien, la pregunta se debe trasladar a la cuestión de si el cigoto tiene identidad personal, es decir, si es o no persona desde la concepción.

En el momento de la unión del espermatozoide con el óvulo, empieza un proceso de regulación individualizado en el cigoto. El DNA no es la conjunción del DNA proporcionado por los padres, el DNA del cigoto tiene un programa distinto.

En el cigoto ya encontramos un propio mapa o plano para la formación del cuerpo. Como ya se ha probado, en el ser humano este proceso continuo (el vivir) se inicia con la fecundación, y culmina con la muerte, pero antes a debido pasar por diversas etapas, en algunas de las cuales no está en condiciones de manifestar todas sus potencialidades, ¿cierto? Entonces, se llama persona al sujeto que es capaz de ejercer las actividades propiamente personales, aún cuando no las haga todas ni durante todo el tiempo que transcurre nuestra vida; ya sea a causa de impedimentos biológicos o por simple renuncia voluntaria. El embrión humano, por lo tanto, se encuentra en el grado mínimo de una escala de desarrollo continuo y progresivo, pues es el viviente recién constituido.

La calidad de persona, en consecuencia, no depende de la capacidad actual de autoconciencia o de autogobierno. Desde el momento en que se constituye un viviente humano, el embrión es plenamente humano y plenamente persona, aún cuando una parte muy importante de sus virtualidades no se hayan todavía manifestado, ya que el hecho de que una persona no alcance aún la “plenitud” de sus potencialidades, no hace que ésta deje de ser persona.

Por ende, habiendo presentado los argumentas para justificar que un embrión es una persona, podemos, con justa razón, exigir respeto a su vida, pues las personas son entregadas las unas a las otras no como objetos de “ciencia” sobre los que disponer, sino como sujetos con quien hablar, a quien respetar, a quien amar… No puede ser tratado como “cosa”, como un “algo”, como mero “material biológico” para la Medicina o para la investigación a favor de otros seres humanos. El embrión ha de ser tratado siempre como un “alguien”, como a un colega de la especie humana que principia la existencia, homo sapiens, dotado de un valor intrínseco desde el inicio de su vida. Así que es necesaria la prohibición de atentar directamente contra su vida, por el contrario, debemos ser “solidarios” con la vida humana incipiente, con la suprema debilidad biológica que alberga tanto en el seno materno y más aún fuera de éste, en el marco de la reproducción asistida.



Finalmente, después de haber expuesto las ideas que podrían justificar las preguntas expuestas en el estatuto del embrión humano, las cuales aún son motivos de debate en el mundo actual, hemos podido dar fe del verdadero significado de la vida humana.

Tal vez lo que ocurre es que el engendrar o llevar un bebé en el vientre turba y trastoca el verdadero valor de transmitir la vida, hasta el punto de llegar a considerar un hijo como una propiedad u objeto del que se puede disponer, pero no es así, por el contrario, el hecho de poder engendrar un hijo debería otorgar a los padres el impulso de defender a toda costa la vida de su progenie.

Y aunque un embrión sea generado a través de los métodos de la llamada reproducción asistida, jamás debe ser tratado como un “juguetito de ciencia”, por más nobles que sean los fines de ésta. Pues la vida es un don sagrado proveniente de Dios y que es llamada a respetar y a valorizar. Así que hay que recordar, como futuros colaboradores de la ciencia, primero: el fin no justifica los medios, segundo: no todo lo que puede hacerse debe hacerse y finalmente: todos hemos sido embriones, así que no existe una etapa en nuestro ciclo vital que sea más importante que otra. Todas forman parte de un proceso continuo que generará a un ser humano con la capacidad de desarrollarse…un embrión no es simplemente una “posibilidad” de vida y si es usado por la ciencia de manera inescrupulosa es porque su condición de ser humano en su nivel básico de vida no puede defenderse ni exigir el respeto del que todos los habitantes del mundo gozan… ahora, ¿permitirías que a tus hijos o hermanos sean tratados como una simple “masa o cúmulo de células”?... Yo creo que no…

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